Código de circulación caótica en Valencia

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Hoy voy a tocar un tema polémico, porque opino que en Valencia se conduce mal. Muy mal. Y no, no es una opinión sin fundamento. He viajado ya por media España y no he visto en otras partes el cúmulo de infracciones ni la falta de civismo en el tráfico que veo en Valencia. Tampoco es una opinión especialmente subjetiva porque, hablando con gente de fuera (españoles de otro origen, amigos y familiares alemanes, etc.), me ha dado la razón que, efectivamente, Valencia is different.

He aquí algunas de las “especialidades” del tráfico valenciano:

Al estar parado en un semáforo, muchos conductores autóctonos se fijan en el semáforo peatonal y arrancan, cuando éste empieza a parpadear, para ganar unos segundos y salir antes de que el semáforo de los coches se ponga siquiera en amarillo. A mí me han llegado a pitar por no haber arrancado con el semáforo en rojo, solo porque el de los peatones ya había empezado a parpadear. Por supuesto que, a la inversa, un semáforo que cambia a amarillo no significa “frena” sino “acelera”. Esta claro que, para ser conductor de primera,… En fin, el que frena se arriesga a producir un choque en cadena, ya que siempre hay dos o tres coches más que intentan pasar en naranja o naranja rojizo…

Aparte, hay semáforos con intervalos cortísimos que solo dejan pasar dos o tres coches y parecen incitar al cuarto, quinto e incluso al sexto conductor a saltárselos. Otros semáforos, como los peatonales en la llamada Ronda Norte de Valencia, se ponen en rojo aunque no haya peatones y tardan muchísimo en ponerse en verde, por lo que mucha gente tampoco les hace caso. No lo justifico, simplemente busco una explicación para los fenómenos “paranormales” que observo cada día…

Un clásico en Valencia es la nula disposición de los habitantes a complicarse la vida a la hora de buscar aparcamiento. Admito que en Valencia parece haber muchos más coches que aparcamientos, pero aparcar en segunda o tercera fila, incluso en las esquinas de calles de un solo carril (suena imposible, pero ocurre a diario en mi barrio), se debe principalmente a la pereza de muchos conductores que no están dispuestos a andar ni dos metros. ¿Por qué lo sé? Porque también lo hacen en agosto o en épocas de vacaciones, cuando hay aparcamientos en todas partes. Entre ellos, cabe destacar a los padres y abuelos que llevan a los niños a la guardería o al colegio y que, con la excusa de que “solo es un minuto” consiguen producir atascos dignos de una metrópolis china. Y como estos chóferes, que paran “solo un minuto”, forman un goteo constante de coches mal aparcados, se convierten en un continuo obstáculo y también en el origen de muchos de los conciertos de cláxones que se escuchan a lo largo del día. Pero la imaginación de los infractores no tiene límite, y quien dice aparcar en segunda o tercera fila, dice aparcar delante de las entradas de garajes; en pasos de cebra; en plazas reservadas para minusválidos, bomberos o ambulancias; o en zonas de carga y descarga. Dentro de este anarquismo existe, sin embargo, una ley no escrita que todos cumplen a rajatabla: siempre que aparcan mal (y creedme, ¡saben muy bien cuando lo hacen!), usan las luces de emergencia. Bueno, más que usarlas, abusan de ella. Así, visto desde arriba, Valencia debe parecer una especie de zona catastrófica con tanta “emergencia”…

Cuando llegué a Valencia, también me sorprendió que hubiera que lanzarse al paso de cebra en misión suicida para poder cruzar la calle, ya que los coches no paraban hasta que no te veían en medio de la calzada. Aquí, los boy scouts sí lo tenían crudo para llevar a la gente mayor al otro lado, pero debo reconocer que, en este aspecto, el civismo ha mejorado. No obstante, queda un vestigio de aquella época, porque mucha gente (mayor) sigue dando las gracias por dejarles cruzar en un paso de cebra, ya que, por lo visto, no lo consideran un derecho sino un detalle amable de un conductor majo…

Un mal de los conductores (¿locales?) consiste en dejar el motor encendido aunque estén con el coche parado/estacionado durante media hora. Ya lo comenté hace tiempo, hablando de los autobuses en Valencia. Parece que les sobran gasolina, dinero y medio ambiente. A mí, en cambio, me sobran las razones para apagar el motor…

Otro clásico (¿valenciano/español?) es el “aparcar de oído”. Lo que puede literalmente chocar a cualquier persona de fuera, en Valencia es de lo más normal: aparcar usando un sistema muy rudimentario que consiste en que, si uno escucha/siente un pequeño golpe al aparcar, el coche ha aprovechado “a tope” la capacidad de la plaza de aparcamiento. En fin, por algo se llamará “parachoques”, ¿no?

Por cierto, ¿sabéis por qué la rotonda se llama “rotonda”? Su nombre deriva de la palabra italiana homónima que significa “redondo”. Tanto esta denominación como la señal de tráfico correspondiente (ver imagen a la derecha) parecen indicar que habría que circular en círculo, pero no: en Valencia, cuánto más grande la rotonda, más probable es que la gente opte por ir en línea recta. Esta práctica y otras, habituales en las rotondas, se aprenden –como todo en la vida– a base de sustos y golpes.

¿Y los defensores de la ley? Muchos policías hacen la vista gorda a las infracciones diarias y se dedican a campañas temporales como la “educación” de los ciclistas de la que os hablé un día. Otra labor de los policías de tráfico es sorprender: a veces, te los encuentras armados con silbato y chaleco en un cruce, haciendo pasar a los coches con el semáforo en rojo o parándolos en verde. Se puede decir muchas cosas del tráfico en Valencia, ¡pero aburrido no es, de verdad!

Lo cierto es que el estado de las carreteras tampoco ayuda mucho a conseguir un tráfico ordenado: ¿alguna vez habéis intentado seguir un carril durante, digamos, 500 metros? Veréis que es prácticamente imposible porque hay tramos de calles en las que las líneas son solo imaginarias y otros en los que una calzada de cinco carriles, de repente, se reduce a tres o incluso dos carriles. Se producen escenas dignas de cualquier película de James Bond, y el que tenga un taller de chapa y pintura cerca, se frota las manos…

Un consejo para adaptaros a la circulación dentro y fuera de la ciudad: no esperéis ver ni pongáis intermitentes. Nunca. Son un sistema totalmente anticuado que ha quedado sustituido por una especie de sexto sentido y mucha cara. Si no tenéis ninguno de los dos, mejor cojáis un taxi o el autobús y una bolsa de palomitas para disfrutar del espectáculo de tráfico como espectador…

19 Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo contigo, André. Valencia es una jungla en la cual sólo se impone la ley del más fuerte, del más osado o del más descarado. ¿La Policía? Casi nunca se la ve, excepto para poner cuatro multas fáciles o “mover” coches mediante la grúa una vez al mes en mi calle, por ejemplo.
    Es la peor ciudad con la cual me he tropezado en España en materia cuanto a trafico y civismo (coches, ciclistas, perros, etc.).

  2. Hallo André,
    Ich war erst zweimal in Valencia, aber der Verkehr war für mich tatsächlich ein Horror. Es ist genauso wie Du es beschreibst. Bei uns haben die meisten Spanier zwar dieselben Gewohnheiten und die Nichtspanier passen sich gerne an, aber was den Verkehr betrifft ist Alicante im Vergleich ein Dorf. Das nächste Mal fahre ich mit Sicherheit mit Bahn oder Bus nach Valencia.
    Ich wünsche Dir weiterhin viel Glück beim Meistern des Verkehrs.
    Viele Grüße,
    Tanja

  3. Ach ja, das kenne ich auch! Ich weigere mich in Valencia auch immer. mich nach den Fußgängerampeln zu richten. Wurde aber nich so oft angehupt, vielleicht wegen des dt. Kennzeichens? (cabeza cuadrada!).

    In der Straße meiner Eltern war es auch üblich, in zweiter Reihe zu parken. Man durfte nur keinen Gang einlegen oder die Handbremse anziehen und musste die Räder auf geradeaus stellen. Dann wurde der Wagen bei Bedarf einfach weitergeschoben, wenn der aus der ersten Reihe raus wollte. Hatte zur Folge, dass das Auto dann manchmal auch woanders stand also dort, wo man es ursprünglich abgestellt hatte. Unser deutscher Besuch war darüber immer sehr verwundert!!!

    Und mit Grauen erinnere ich mich an die sehr, sehr engen Parklücken im Barrio del Carmen, wenn wir meine Yaya besuchten. Da blieb ein kleines “Anecken” an Vorder- und Rückmann gar nicht aus!

    Man muss insgesamt aufpassen, sich im gewissen Sinne anzupassen, (z.B. ist ein Spurwechsel recht einfach, weil da aufeinander geachtet wird und man nicht auf sein Vorrecht beharrt),aber daheim in D muss man wieder umschalten!

    Allzeit gute Fahrt!

  4. Muy bien observado y relatado, André. Pero creo que, mientras la propia policia local es la primera infractora de casi todas las normas de tráfico (intentad encontrar un policia que se ponga el cinturón de seguridad, sin embargo sí vais a encontrar a menudo coches de la policia aparcados en doble fila o en las esquinas, y sus ocupantes tomandose un café en el bar más cercano…), las cosas no van a mejorar. Y encima, ahora se suman cada vez más ciclistas al caos que, para evitar suicidarse yendo por los carriles ocupados por los coches, se suben a la acera y ponen en peligro a los peatones.
    Ahora bien, y aunque sea políticamente incorrecto, después de casi 20 años viviendo esta anarquía, cuando vuelvo a Alemania y conduzco ahí, me duermo….

  5. Cuánto me he reído, André. Porque, por supuesto, tienes toda la razón del mundo. Hablabas de determinadas situaciones y me acordaba yo de sitios donde me ha pasado eso…
    A mí lo que más rabia me da, sin embargo, es la pasividad de la policía ante los coches mal aparcados durante los partidos de fútbol (me queda muy cerca el estadio y lo sufro cada semana). La plaza que tengo delante literalmente se convierte en un párking, ambos lados de mi calle, de 3 carriles igual, y los gorrilla incluso guían a los conductores para que puedan aparcan dentro del propio parque de la Alameda sin chocar con nada. Me acuerdo de cuando era pequeña y me decían que ese día no podía bajar a jugar a la plaza porque había fútbol… una vergüenza.
    Y los policías pasivos de verdad. Una amiga una vez aparcó en la Alameda un día en que había fútbol y no lo sabíamos, y luego cuando quisimos mover el coche estaba stuck in the middle of everything. Llamamos a la policía, pero su solución fue simple: espera 30 minutos a ver si llega el dueño (quedaba más de una hora de partido), y si no llamamos a la grúa. Media hora después llamamos a la grúa, pero nos decían que tardaría más de una hora en llegar. Solución: coger el metro y volver antes de que se acabara el servicio a coger el coche…

    (Menudo rollo te he puesto, lo siento)

    • Enhorabuena, Mar, ¡eres la primera valenciana en contestar! No es ningún rollo lo que has puesto ni hay nada que sentir. Muchas gracias por compartir tus vivencias, que entiendo perfectamente porque también vivo en una zona que se convierte en aparcamiento durante los partidos de fútbol… A ver si siguen/acaban con el nuevo estadio y dejan el Mestalla y alrededores para (todos) los vecinos…

  6. También me he reído y me he sentido identificada, aunque he de decir en defensa de los valencianos que los italianos conducen aún peor.
    Mi situación esperpéntica preferida es cuando un coche ha aparcado en tercera fila y se van todos los demás: el resultado es un coche aparcado en medio de la calle que a nadie le llama la atención…

  7. ¡Juas, juas, qué bueno! ¡Qué retrato tan fiel de la realidad! Yo he ido poco en coche por Valencia, pero en Alicante, aun siendo una ciudad más pequeña y con menos coches, las reglas vienen a ser las mismas. Una de mis aficiones favoritas, por ejemplo, es contar los coches que se pasan en rojo (cuando acaba de pasar de amarillo a rojo) los semáforos que hay en una rotonda cerca de mi casa. O los coches que giran al final de mi calle sin poner el intermitente. Realmente lamentable. Esta es una de las cosas que me hacen sentir extranjera en mi propio país, porque mi sentido del orden y del respeto por las normas es más propio de una alemana que de una española mediterránea. 🙂

    Un saludo,
    Isabel

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