¡Aquí mando yo!

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Hoy iba a escribir sobre otro tema, pero, como ocurre a veces, me apremia hablar de otro asunto que, por desgracia, me ocupa con cierta frecuencia: la política de pago de algunos clientes. No temáis, no voy a hablar de la crisis, sino de una actitud general que llevo observando desde hace años. Puede que sea algo característico de mi sector (Traducción e Interpretación), pero ya me lo diréis vosotros, una vez que haya expuesto el problema: Y es que, con regularidad, me tropiezo con clientes nuevos que, independientemente de que sean clientes finales o que actúen de intermediarios, pretenden imponerme sus condiciones para la prestación de mi servicio.

Vamos por partes: en la vida real, todo producto o servicio tiene un precio y unas condiciones de pago. Compras un libro y lo pagas en el acto. ¿Cómo? En la forma que te diga o permita el librero. Contratas a un electricista para cambiar un enchufe, y le pagas conforme a sus condiciones. Lo mismo en el caso de recurrir a los servicios de un abogado, un notario, un médico, un taxista, un peluquero, etc. En la vida real, todo profesional autónomo fija sus condiciones de pago, y todo cliente las debe aceptar si le interesa el producto o servicio respectivo. ¿Todo cliente? No, un – no tan – pequeño grupo de clientes irreductibles se resiste todavía y pretende imponer las suyas…

En este sentido hay que saber que España, tradicionalmente, tiene plazos de pago muy largos de hasta 90 o incluso 180 días. Esto ha cambiado con la llamada “Ley de Morosidad” del 2010 que fija unos plazos máximos de 60 días para el sector privado y de 30 días en el caso de la administración pública, y que está sujeto a un periodo de adaptación en ambos casos que finaliza en 2013. Subrayo que se trata de los plazos máximos, ya que, naturalmente, cualquier proveedor (de servicios) es libre de fijar un plazo de pago menor. En mi caso son 30 días, tal como señalo en mis facturas y recuerdo a los clientes que, por despiste, por descuido o intencionadamente, lo incumplen. A los pocos días de vencer una factura, envío un mensaje al cliente indicando el presunto despiste y recordándole el número, la fecha y el importe de la factura vencida. Por lo habitual, recibo una respuesta con disculpas, seguida del pago. No obstante, hay clientes, sobre todo agencias de traducción o de comunicación, que pretenden trasladarme a mí las condiciones laxas que, a su vez, se dejan imponer por parte de sus clientes. Sí, es el mundo al revés, porque el que vende sus servicios queda expuesto al libre albedrío del cliente (final) a la hora de pagar. Llevo años luchando para darle la vuelta a la “tortilla” y hacerles ver a los clientes que realmente tiene que ser al revés. Si yo fijo un plazo máximo de 30 días para la empresa intermediaria, ésta debería trasladar estas condiciones al cliente final. ¿El cliente es el rey? Por supuesto, por eso lo mimo con el mejor servicio posible, pero también quiero que me mime con un pronto pago (sí, soy así de “mimoso”). Presto un servicio de alta calidad, adaptado a las necesidades y las urgencias del “cliente-rey”, y, a cambio, necesito que cumpla con su parte y me entregue la parte acordada del “tesoro real” en el plazo que yo haya fijado. En absoluto acepto el argumento de las agencias de traducción o de comunicación de que no pueden adelantarme dinero hasta que no les pague el cliente. Al fin y al cabo, en mis declaraciones trimestrales yo sí tengo que adelantar regularmente los impuestos correspondientes a facturas que quedan por pagar…

Por cierto, en castellano, las palabras “fiar” y “fiarse” están emparentadas, y sin “fianza”, no hay “confianza”. Como yo no puedo trabajar con quien no se muestra merecedor de mi confianza, prefiero centrarme en los clientes que saben apreciar y pagar mi servicio. Estos sí se merecen ser tratados como reyes… ¿Y vosotros? ¿Fiáis el pago de los clientes o también desconfiáis de ellos si se retrasan?

16 Comentarios

  1. Buenos días,

    lo que comentas es la cruda realidad en todos los sectores, al no ser que ofrezcas tus servicios al contado, o sea, me pagas el mismo día del servicio. Yo trabajo en una multinacional de transporte y las condiciones de pago que muy generosamente nos ofrecen los clientes te dejan con la boca abierta, y si no fuese tan triste podrías estar en el suelo retorciéndote de la risa. A 90 días, día 30, a 120 días día 25 etc.etc. – es más, sobre todo los clientes de importación exigen (si, si, lo exigen) plazos de hasta 180 días!! para los impuestos y el I.V.A. de aduana – cuando tu lo pagas el mismo día de la entrada de la mercancía en territorio español, o sea les adelantas una cantidad importantísima de dinero sin cobrar gastos financieros, claro está, porque sus condiciones de pago no contemplan este concepto.

    Mi responsabilidad es el depto. de reclamaciones, de seguro y de calidad. El otro día me comentan desde el depto. de contabilidad que un cliente (bastante grande) dejó de pagar una factura de 11.897,53€, moco de pavo, vamos…le llamo y me dice la chica que si, que es correcto, pero como aún no habíamos resuelto una reclamación por 88$ (¿¿Qué??) pues que tenían aplazado el pago, 88$ de m******. Total, le abonamos el importe con el fin de cobrar lo que nos deben y resulta que vuelven a fijar un plazo de pago de acorde a sus condiciones, manda huevos como diría el Sr. Trillo, otros 30 días más.

    Nosotros, y no sé, si te sirve de información, no trabajamos con nadie ya, si el informe comercial no es bueno o si una cía. de seguros de crédito, como puede ser Atradius, no nos garantice que este o el otro cliente merecen dicho crédito y son buenos pagadores. Desgraciadamente tampoco es una garantía, porque hoy puede ser muy bueno y mañana deja de serlo. Para que te hagas una idea, a que extremo hemos llegado: se pide confirmación de crédito a partir de una posible facturación de 10.000€, hace años era impensable, se pedía a partir de 50.000€ para arriba.

    Yo veo anuncios en televisión, periódicos y revistas de clientes nuestros, me alegran, porque pienso que esto y aquello lo transportamos nosotros, me enfurece a veces porque veo las facturas comerciales con el coste del producto y soy consciente de a cuanto lo cobran luego en las tiendas pero me da la risa cuando Pepe, Mengano o Fulano salen como la empresa número uno de blablabla, sabiendo que efectivamente son grandes cuentas, pero conociendo también la cultura de pago que tienen – y esto jamás sale en ningún medio de comunicación, cuando te dejan con el culo al aire, cuando desaparecen de la noche a la mañana y aún tienes el contenido de 3 contenedores marítimos en tu almacén sin que puedas hacer nada, la mercancía no es tuya, no la puedes vender pero sí has soltado casi 58.000€ solo en impuestos.

    La lista es incontable, triste, pero la verdad hoy en día. Si pueden no pagar, o no pagar dentro de los plazos, no lo harán, la mejor condición de pago es el “pagaré”…digo yo que viene de “bueno ya pagaré algún día…” ¿no?

    Buen día a todos, yo estoy de fiesta hoy ^^

  2. Tu artículo refleja muy bien la realidad en nuestro sector, y yo tampoco permito este tipo de retrasos a nadie. Pero esta determinación mía es relativa ya que, sobre todo con clientes nuevos, no sabes de antemano si cumplen los plazos establecidos (por mi) o no. Incluso hay agencias que pagan bien y, por el simple hecho que, p.e., la encargada de los pagos coge una baja por maternidad, y su sustituto/a no es capaz (o no tiene la voluntad) de trabajar con la misma calidad hacia su colaborador (o sea: yo), de repente empiezan a no cumplir lo establecido. Lo que sí acepto son casos específicos como es de un cliente importante mío que no paga desde, más o menos, el 20 de julio hasta el 10 de septiembre porque o está de vacaciones su dpto. de contabilidad o el jefe que tiene que firmar las ordenes de pago. Pero como este mismo cliente durante el resto del año suele pagar incluso bastante antes del plazo establecido, le permito esta “relajación veraniega”…

    • Gracias por confirmar mis experiencias, Stefan. Claro que no hay garantía absoluto de que nunca se retrase nadie, pero no debería ser lo habitual. En todo caso, opino como tú en cuanto a las posibles excepciones, que siempre se pueden hacer. Pero claro, debe ser de mutuo acuerdo, no por imposición del cliente. En verano también acepto retrasos porque muchas PYMES cierran para vacaciones, y no queda nadie para efectuar los pagos. Aún así, es una situación peculiar porque “estar de vacaciones” no suele eximir a nadie de sus obligaciones financieras (yo sigo pagando mi hipoteca y mis recibos/facturas, aunque esté de vacaciones). Y es que, por desgracia, los bancos, Hacienda y otros no conocen ninguna “relajación veraniega”…

    • Hola a todos los participantes en este blog.
      Mi comentario en general comparte las inquietudes elevadas por todos ustedes. Más bien, quisiera reafirmar y dejar bien claro que esta situación no se circunscribe solamente a España, sino abarca también a otros países.
      En mi caso, quisiera analizar la situacion que vivimos los traductores en Israel.
      Siendo miembro de ITA (Asociación Israelí de Traductores) y contando con una experiencia de 30 años en esta profesión, encuentro que toda persona que hable 2 o más idiomas ofrecen sus servicios al mejor postor, cuando las posturas generales tienden a ofrecer una tarifa ordinaria que en el meor de los casos no se asemeja siquiera al beneficio horario obtenido por cualquier persona que cumple tareas de limpieza doméstica.
      Trabajar a favor de una agencia que ofrece servicios de traducción pero donde (por regla general) todos sus trabajos son ejecutados en la modalidad de outsourcing, es un siniestro tremendo, porque no permiten manejar una tarifa que justifique el trabajo, sino más bien manejan un márgen propio de ganacias sobre una tarifa miserable que deciden pagar a aquellos que aceptan trabajar en esas condiciones.
      Lo más grave del caso que esas agencias ni siquiera se toman la molestia de corregir, editar o hacer una observación sobre el resultado del trabajo recibido, porque -según ellos- no son eruditos ni dominan la fuente o el destino de los idiomas traducidos, y por ende, cuando reciben alguna observación del cliente, la refieren al traductor para recibir su comentario al respecto y luego -en caso de desaveniencias- hacen un descuento significativo sobre el monto a pagar al traductor.
      Es indudable que quienes poseen el conocimiento idiomático y ejercen esta profesión de manera profesional, habrán visto más de una vez el resultado aberrante de quienes tienen el descaro de apodarse traductores y ofrecen un servicio que desmerece a esta profesión.
      Aquí también existe la modalidad de extender los pagos en la mayor medida posible, si bien es posible negociar estos períodos y pactar generalmente entre 30 y 60 días con las agencias de traducción. Con los clientes particulares y/o comerciales es más fácil tratar profesionalmente, ya que ellos pagan generalmente al término del trabajo.
      En Israel se han dado también algunos casos en os cuales, a pesar de la legislación existente, en los casos necesarios, los interrogatorios policiales no cuentan con el servicio de traducción y/o interpretación profesional.
      También se han dado caso en los cuales el tribunal superior ha revocado el fallo de una corte anterior a causa de haberse omitido el servicio de traducción y por hallarse que la persona enjuiciada no habla o o entiende el idioma en el cual se desarrollado el proceso legal.
      Israel es un país en el cual conviven personas que han llegado en distintas épocas desde más de 65 países del mundo. En las calles de Jerusalén, Haifa, Tel-Aviv, Ashdod, Ashquelón, Eilat y otras ciudades o villoríos, se puede escuchar a diario una permanente mezcla musical de idiomas. Los niños mayormente hablan por lo menos 2 o más idiomas porque suele suceder que sus padres hablan entre sí un mismo idima o dominan diferentes idiomas y eneseñan esos idiomas a sus hijos, amén del idioma Hebreo o del idioma árabe, conforme sea su procedencia étnica.
      Sucede también que los niños sirven de intérpretes culturales en los casos que sus padres no dominan el idioma Hebreo y deben recibir asistencia médica, legal o de otra índole.
      Para estos casos existen marcos universitarios en los cuales se dictan cursos de traducción comunitaria donde los alumnos reciben instrucción adecuada.

      • Hola, Yoram. Muchas gracias por este larguísimo comentario, que me ha resultado de lo más interesante. Tendemos a ver nuestra situación como “única en el mundo” y de lo peor, y, aunque no consuela saber que en otros países sufren estas mismas o peores prácticas, uno se siente menos solo viendo que la historia se repite en otros rincones del mundo. Me ha parecido muy interesante lo que comentas de la sociedad israelí, aunque me sorprende que tampoco exista una mayor conciencia del valor de nuestro trabajo en una sociedad multilingüe como la vuestra. Solo nos queda defender nuestra posición y profesión lo mejor que podamos, como hasta ahora…

  3. Muchas gracias por abrirnos los ojos. Yo tengo empresas de ambos tipos y, por desgracia, dejo que sean ellos los que me dicen que me pagan a 60 días. Los que me dicen que a 30, pues muy bien, lo acepto, y casi siempre pagan a las 3 semanas, en vez de a los 30 días. Los de 60 días, pues hay de todo. Y como ya me fastidia que me paguen a 60 días, tengo un documentito muy mono donde voy apuntando cuándo me paga cada uno y a finales de mes lo repaso, y los que no me han pagado (bien sean los de 30 días o los de 60), reciben un recordatorio mío. Si no contestan en un par de días, reciben otro (reenviando el mensaje anterior para que se vayan acumulando las peticiones y se den cuenta de cuántas veces he tenido que insistir hasta que pagan), y así hasta que el dinero lo ingresan en mi cuenta el día que me dicen que lo ingresarían. Por supuesto, algunos meses me salto esto si no tengo tiempo, pero he tenido problemas con alguna agencia, a las que he tenido que perseguir durante medio año e incluso amenazar, pero parece que siempre acaban pagando.

    Lo que ya no me atrevido es a imponer yo que siempre se me pague a los 30 días, simplemente porque suelen ser ellos los que siempre ponen la fecha y no dan su brazo a torcer (y sí, he intentado contarles que mi plazo es a 30 días, pero dicen que no pueden hacer nada, y por mucho que insista, el dinero no entra hasta que no han pasado los 60 días).

    Pero tu entrada me anima a seguir intentarlo, a seguir insistiendo, a ver si ha más suerte. Ah, y también tengo un par de agencias que pagan a los tres o cuatro días de recibir el proyecto traducido, porque es entonces cuando su cliente les paga. Otra agencia me paga por Paypal dos-tres semanas después de enviarle la factura (a pesar de que su plazo es a 30 días), y eso es una delicia. Si no yo me retraso en la entrega del proyecto, ¿por qué habrían de retrasarse ellos en el cumplimiento de su parte del contrato?

    • Gracias a ti, Curri. Sí, por desgracia, aceptar las condiciones del cliente para nuestro servicio es una práctica tan extendida que, a menudo, no concebimos que puede/debe ser de otra forma. No digo que debamos imponernos siempre; evidentemente, los negocios se basan en el acuerdo mutuo, pero lo que me mosquea y me llevó a escribir este artículo es la actituda chulesca de algunos clientes que suponen que sus condiciones prevalecen automáticamente sobre las mías. Siempre recurro a ejemplos de otros sectores para demostrar que en la mayoría de las compras, las condiciones generales son las del vendedor, no las del comprador. Es una reflexión a la que invito a todos los compañeros, independientemente de las conclusiones que luego saquen de ahí… Y sí, totalmente de acuerdo con tu pregunta final: Llama la atención que, a menudo, son los clientes con más urgencia para recibir la traducción los que luego no tienen ninguna prisa por pagar…

  4. ¿Y si le damos la vuelta a la tortilla y entregamos las traducciones a 30 ó 60 días? Inviable ¿no? Me temo que es el cliente el que tiene la sartén por el mango, sobre todo en el caso de clientes nuevos. Si no aceptas SUS condiciones y plazos de pago, probablemente contraten el trabajo a otro que sí las acepte (ya que aún no han comprobado la posible diferencia de calidad entre tu trabajo y el que les pueda ofrecer otro). Al final, tú pierdes el trabajo y el cliente sigue imponiendo sus condiciones y obteniendo igualmente el servicio que, probablemente, también sea de calidad. Y lo digo desde la experiencia de los dos lados, como traductora que ofrece sus servicios y como agencia que contrata los servicios de otros. Entonces ¿hay algo que se pueda hacer aparte de patalear en estos foros? Me parece que debería estar bien legislado y como dice André, si para que un fontanero te arregle una tubería tiene que cobrar antes de salir de tu casa, ¿por qué un cliente puede hacer uso de tu traducción “gratis” hasta dentro de 60 días?

    Por cierto…, un abrazo, André 🙂 me alegro de verte por aquí y de que compartas tus pensamientos con todos.

    • Hola Sonia: ¡Cuánto tiempo…! Me alegro de saber de ti, y muchas gracias por comentar mi artículo. Sí, entiendo que el temor a perder un buen cliente o un cliente nuevo es lo que motiva a muchos proveedores a “bajarse los pantalones”. Pero… ¿y si nadie se bajara los pantalones? Sé que es una utopía, pero creo que es un problema muy español y muy de nuestro sector. ¿Por qué los profesionales que menciono en mi artículo no han entrado en este círculo vicioso de competir por clientes aceptando sus condiciones? ¿Has intentado decirle a un electricista eso de “¿o te pago a 60 días o me busco a otro?”. Aparte de que seguramente no lo harías, el electricista contestaría “pues vale, búscate otro”. Por desgracia, tengo que darte la razón en que sí habría y hay muchos traductores que no tienen reparos en aceptar estas condiciones. Creo que es cuestión de desarrollar una conciencia cívica, de adherirnos un propósito común. En fin, ya somos varios los que damos pataletas en blogs y foros, como bien dices tú, pero si conseguimos sacudir las (falsas) creencias de la gente que no ve salida al problema, bienvenidas sean estas pataletas. Llámame optimista o ingenuo, pero y creo que “otro mundo (profesional) es posible…” ¡Un abrazo!

  5. Dieses Problem ist wohl paneuropäisch. Ich habe ein Kontakt in Spanien, und dieses Büro hat alle meine Rechnungen rechtzeitig bezahlt. Dagegen bezahlen viele belgische und britische Übersetzungsbüros “60 days end of month”. Jetzt haben auch einige deutsche Übersetzungsbüros ähnliche Bezahlungstermine. Ausserdem wollen die Briten noch mit Scheck bezahlen, wodurch noch extra Kosten entstehen.

    • Danke, Ismo. Natürlich gilt meine Beschwerde nicht allen spanischen Kunden, beschränkt sich aber auch, wie du richtig sagst, nicht nur auf Spanien. Wir Übersetzer sollten uns immer vor Augen führen, dass wir die Bedingungen für unsere Dienstleistung eigentlich selbst bestimmen sollten, wie das ja in den meisten anderen Branchen auch der Fall ist. Gruss nach Finnland!

  6. “En absoluto acepto el argumento de las agencias de traducción o de comunicación de que no pueden adelantarme dinero hasta que no les pague el cliente. Al fin y al cabo, en mis declaraciones trimestrales yo sí tengo que adelantar regularmente los impuestos correspondientes a facturas que quedan por pagar…”

    Y no nos olvidemos de que las agencias se llevan un margen sobre nuestras tarifas que existe precisamente para cubrir el”riesgo” de pagar antes de cobrar, si se diera el caso.

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