El fin de semana pasado fui a ver esta última película de Clint Eastwood. Tengo que confesar que el director, para mí, se ha convertido en un garante de pasar un buen rato en el cine, y esta vez tampoco me defraudó. La película habla de tres personas muy distintas (una periodista francesa, una especie de “médium” americano y un niño inglés) que se enfrentan con la muerte de diferentes maneras. Intentan salir adelante tras sus experiencias traumáticas y en medio del escepticismo de su entorno. Con la muerte de telón de fondo, Eastwood cuenta las historias de los tres protagonistas, cuyos caminos se cruzan inevitablemente hacia el final, y las cuenta de forma sensible sin volverse “sensiblero”. Bueno, el final sí lo roza un poco… La combinación con acontecimientos reales y unos efectos especiales que no parecen tan increíbles hacen de este drama melancólico una historia interesante, aunque de calidad algo inferior a la de otros filmes de Eastwood. No obstante, la película es totalmente recomendable y ofrece muchos momentos emotivos, si bien ninguna “moraleja”. Intentad no llegar tarde al cine porque el comienzo de la película es bastante espectacular (a mí se me puso la piel de gallina)…