Como muchos otros autónomos, tengo un único número fijo que uso tanto a nivel particular como en el ámbito profesional. Aún así, tengo la suerte que mis clientes no suelen abusar de esta situación y que llaman pocas veces fuera de un horario de oficina normal. Por supuesto que también hay ovejas negras que creen tener que llamar por la noche o durante el fin de semana, pero realmente son una vasta minoría. Sin embargo, lo que más molesta son las muchas llamadas de telemarketing, que parecen haber aumentado bastante en los últimos tiempos (¿o solo me lo parece y tal vez esté más sensible a este fenómeno?). Tan solo en las últimas dos semanas hubiera podido comprar la mejor sartén de teflón del mundo mundial, adherirme a un club de apuestas super-seguras para los sorteos de EuroMillones, pedir una caja de vino de alta calidad, poner un anuncio en las Páginas Amarillas que sería un verdadero imán de clientes, contratar un paquete excepcional de seguros, comprar 1.001 canales de TV de pago altamente interesantes, asistir a un curso de informática básica y, por supuesto, cambiar a los mejores operadores de Internet, telefonía fija y telefonía móvil. A menudo, los teleoperadores me preguntan por mi nombre “para poder dirigirme a Usted”, lo cual me altera tanto como alguien que llama a mi puerta para preguntar quién soy… Ya ni cojo las llamadas entrantes de número cortos como el 1400, etc., pero cuando se trata de números nacionales o internacionales, tengo que presumir que también puede ser un cliente o amigo, por lo que suelo caer con frecuencia en las garras de los teleoperadores hiper-amables.
Por lo visto, las medidas de telemarketing están en auge, porque el presidente Zapatero afirmó ayer en una entrevista de televisión haber recibido por lo menos seis llamadas de teleoperadores en su móvil oficial durante el último mes. Bueno, no soy el presidente, pero también tengo cosas mejores que hacer que explicar una y otra vez (generalmente con un tono cortés) que estoy bastante contento con mis proveedores, sartenes y vinos actuales. Pero si encima me replican “¿por qué” –como ocurre mucho últimamente–, llega el momento de colgar sin más. Desde luego no formo parte del porcentaje seguramente mínimo de personas que se rindan ante este tipo de propuestas…
Hace poco tomé un café con un amigo y me contó que le había llamado la cadena Makro para venderle lubinas frescas, una oferta que también rechazó, claro. Todo eso demuestra que las grandes compañías están tensando sus redes de marketing (mailings, llamadas, publicidad en carteles, televisión, periódicos y la radio), para pescar también a los peces pequeños. Por cierto, al volver de tomar el café que he comentado antes, me abordó una comercial en medio del parque para hacerme socio del “Círculo de lectores”. Para facilitarme la adhesión, podía “firmar ya mismo aquí en el parque”. Pues nada, otra que dio en el hueso conmigo, igual que los numerosos vendedores deambulantes, que –claro está– solo hacen su trabajo, pero que así impiden que yo ejerza el mío, por lo que, todos juntos, me parecen tan oportunos como una nube de moscas cojoneras. Si añado además a los muchos repartidores de buzoneo, casi tendría que contratar a un “deshacedor” profesional para poder centrarme totalmente en mis traducciones. Tal vez debería escribir “ya no vive aquí” en mi buzón y poner al corriente solo a José Luis, el cartero. Tras tirar mi fax, medida que me libró de la publicidad por fax que me llegaba día y noche (y no, no es un decir), sería otro intento de reducir el bombardeo publicitario que nunca he pedido…
Ich kann das nur bestätigen. Zwar muss sich mit den meisten dieser Art von Anrufen meine Partnerin befassen, da Sie viel zu Hause im Büro arbeitet, während ich doch sehr oft unterwegs bin. Aber die paar Vertreter, die mich auf meinem Handy erreichen, sind schon lästig genug – eben wie genannte Fliegenart. Als ob man nichts besseres zu tun hätte. Und am schlimmsten sind wirklich die, die dann noch nicht mal ein simples “Nein, danke” akzeptieren.
Danke, Markus. Die meisten Anrufe gehen tatsächlich auf der Festnetznummer ein, die ja im Falle von uns Selbstständigen und (Klein)Unternehmern leicht zu orten ist. Besonders “interessant” ist der Fall von automatischen Anrufen, bei denen man gleich nach dem Abheben von einer blechernen Stimme gesagt bekommt: “Bitte warten Sie einen Moment …” (Wie bitte? Sie rufen mich an, sagen nicht, wer Sie sind, und ich soll noch abwarten, bis Sie sich bequemen, mich mit einem “unübertrefflichen Angebot zu erfreuen”?) Da fällt es schon manchmal schwer, nicht zur Fäkalsprache zu greifen …
Totalmente de acuerdo. Además del bombardeo vía telefónica, informática, etc., me ha pasado dos veces que estando corriendo con mi MP3 e intentando desconectar a tope, me ha parado una mujer con libritos religiosos, con el fin de convertirme a su credo. ¿Cómo puedes parar a alguien que va corriendo para intentar “comerle el tarro” de esa forma?. Deberían tener un poco de respeto. Y esto va especialmente dirigido a los comerciales que llaman a la hora de la siesta o pasadas las 21.00 h. (Lo siento por ellos, que sólo hacen su trabajo, pero si esto sigue así, llegará un momento en que no tengamos intimidad alguna).
Anda, cierto, Saray: el marketing religioso también se merecería un artículo. No es que me haya afectado pesonalmente (soy immune a cualquier tipo de Iglesia ;-), pero está claro que buscan “clientes” como cualquier otra empresa, recurriendo a los métodos más insospechados. Desde luego, da rabia que te cojan por banda de esta forma…
¡Si hasta el Mercadona hace venta sugestiva! Es un claro síntoma de lo achuchada que está la economía. El otro día me dieron un consejo para los teleoperadores; es tan sencillo como decirles: “Espere un momento, por favor…” y dejar descolgado el teléfono hasta que oigas que comunica. Quizás tener el teléfono ocupado no sea la mejor opción si por ahí te puede entrar trabajo, pero al menos no te dan la tabarra.
La próxima vez lo probaré 😉
Está claro, Raquel, nos están acechando por todas partes… Aunque no creo que sea buena solución dejar descolgado el teléfono, porque seguramente irían a buscarte a tu casa 😉
Ja, ich kann dir nur zustimmen. Du hast nicht nur den Eindruck, dass die Zahl der ‘cold calls’ zugenommen hat, sondern im Prinzip haben alle Unternehmen, die entsprechend spezialisierte Callcenter beauftragen, ihre Kampagnen verschärft. Ich habe bislang die (durchgestellten) Nummern der entsprechenden Anrufer immer gespeichert – als ‘Spam Orange’, ‘Spam Jazztel’, ‘Spam xyz’, aber leider, leider ist bei meinem Telefon bei 180 Einträgen Schluss. In der Regel bitte ich darum, auf der so genannten Robinsonliste eingetragen zu werden, damit mein Name aus dem Verzeichnis genommen wird, aber irgendwie klappt das nicht so ganz wie erhofft …
Danke, Irene. Das mit der Robinsonliste ist ein guter Tipp, denn die Kampagnen nehmen im gleichen Maße zu wie meine Gereiztheit bei jedem neuen Callcenter-Anruf. Dementsprechend wird auch der Tonfall auf beiden Seiten aggressiver … Komisch, dass immer mehr Unternehmen auf diese – zumindest in meinem Fall völlig kontraproduktive – Marketingmasche setzen …