“No entender”

A veces trato con alemanes que llevan bastante tiempo en España y que ya no dominan bien la lengua alemana. En general, los que procedemos del norte o del centro de Europa tenemos la fama –no del todo injustificada– de juntarnos en el extranjero en hordas y de preferir el contacto con nuestros compatriotas. Puede que sea el caso sobre todo con los emigrantes mayores a los que les cuesta adaptarse a la nueva lengua y cultura. La gente más joven, sin embargo, suele mudarse a España por motivos profesionales o por tener una pareja española, por lo que suelen adaptarse mejor a la vida cotidiana de su país de acogida. Esta integración es fundamental, pero no hay que dejar de lado la propia cultura y lengua. Aunque sea por la posibilidad de darles dos lenguas maternas a los hijos, de mantener el contacto con amigos y familiares en la tierra natal o de contar con la lengua alemana como un extra en el mundo profesional español – ¡no hay que olvidarse de su propio origen! Esto tiene más importancia, si cabe, para personas que, como yo, trabajamos con idiomas y vivimos de escribir correctamente y de hablar con fluidez. No nos podemos permitir descuidar nuestra lengua materna y cultura alemanas, pero, al mismo tiempo, tampoco podemos perder la conexión con nuestra patria adoptiva española. Mantener este equilibrio, es decir, un pie en cada país, no es fácil, pero unas medidas sencillas ayudan a llegar a ser un alemol (o un speutscher) y sobre todo a seguir siéndolo:

• Buscar el contacto con españoles (familia, amigos, asociaciones profesionales, clubes, redes sociales)
• Mantener el contacto con alemanes (hablar regularmente con familiares, amigos y colegas por teléfono/e-mail, redes sociales)
• Leer la prensa española y alemana (gracias a Internet, no es problema)
• Ver programas/series/películas de TV (posible gracias a las antenas parabólicas)
• Ver películas de cine españolas y alemanas (en original, con o sin subtítulos)
• Escuchar programas de radio españolas y alemanas (tampoco es problema, gracias a Internet y las antenas parabólicas)
• Leer literatura española y alemana (y no hace falta que sea Cervantes o Goethe)
• Hacer excursiones y viajes a/por la patria y la patria adoptiva (a veces viajamos absurdamente lejos sin conocer nuestro entorno más cercano)

A pesar de estos esfuerzos no resulta fácil dedicar la misma atención a ambas culturas, pero chapurrear el alemán tras haber pasado unos cuantos años en España –tal como le ha ocurrido a algún cliente mío– me parece que es llevar la integración demasiado lejos…