Aunque creo estar cada vez más cerca de ser bilingüe, está claro que, como extranjero tengo mi acento, fruto de haberme criado con un solo idioma, antes de empezar con inglés y, luego, español. Por muchos años que lleve en España, será muy difícil que me quite del todo este acento. Pero, por lo que me comentan en mi entorno, lo bueno es que no tengo un acento demasiado marcado ni fácilmente identificable a la primera. A menudo, al conocer gente nueva, creen que soy francés (más que nada por mi nombre), aunque ya me han tomado por holandés, inglés, polaco y danés. A veces me hago el “sueco”, pero no basta para pasar como tal. Lo que sí he conseguido ya, por increíble que parezca, es pasar por valenciano. Sí, en una fiesta en Sevilla conocí al hermano de mi cuñado que solo sabía que yo venía de Valencia. Para hacer conversación, me preguntó: “Así que eres valenciano, ¿no?”. Le miré con cara de incrédulo y le contesté: “¿Valenciano? ¿Pero qué dices?”. Al escuchar esto, el pobre chaval se hizo un lío, malinterpretó mi protesta y me soltó: “Ay, perdón, ¿prefieres decir ‘catalán’?”. Aún hoy nos reímos al pensar en esta anécdota, que demuestra que, a menudo, la interpretación de los acentos depende mucho de lo que creemos escuchar y no de lo que escuchamos.
de Benimaclet de toda la vida, oiga.
no digas que no, que tienes una pinta de “Sento” que no puedes con ella… 😀
¿Pinta de “Sento”? ¿Això què és? Espero que no sea la abreviatura de “SEÑoriTO” 😉
no, hombre, la de Vicente. ahora sí que no cuelas por valenciano… 😛