No temáis, no me refiero a la muerte sino a unas expresiones en castellano que son tan comunes como imprecisas: “a primera hora” y “a última hora”. Os doy algunos ejemplos prácticos de contexto en el que me las suelo encontrar: cuando me encargan alguna traducción, a menudo me indican como plazo de entrega: „para primera/última hora de la mañana/tarde“. Con el tiempo he ido averiguando lo que significan estas indicaciones:
Expresión | Lo que realmente significa |
“para primera hora de la mañana” | Quiero tener la traducción cuando llegue al despacho o, como tarde, antes de que vaya a almorzar. |
“para última hora de la mañana” | Quiero tener la traducción como tarde antes de que vaya a comer. |
“para primera hora de la tarde” | Quiero tener la traducción inmediatamente después de volver de comer. |
“para última hora de la tarde” | Quiero tener la traducción antes de que me vaya a casa. |
Ahora sólo hay que acordarse de los horarios de trabajo y de almorzar/comer de cada uno de los clientes, ya que es decisivo para entender cuál es su primera y cuál su última hora. De esta forma, con el tiempo se aprende a traducir no solo a los textos de los clientes sino a los mismos clientes. Pero cuando algún cliente habitual, del que sé que no es muy madrugador, me pide llamarle “a primera hora de la mañana”, a veces no puedo contener preguntar con un tono mordaz: “¿a tu primera hora o a mi primera hora?”…
Espero que no tengas muchos clientes en Canarias 😉
jeje, la verdad es que mis clientes habituales se centran en un solo huso horario 😉